lunes, 1 de noviembre de 2010

VISITA DEL PAPA ¿QUIÉN DIJO CRISIS?


Su Santidad anda peregrinando por toda la cristiandad, tanto que ya ha dejado de ser sorpresiva su presencia en nuestra muy católica patria. A éste paso nos podremos maravillar de observarlo caminando frecuentemente por los jardines del Retiro y hasta por el valle de los Caídos.
El anterior Papa, en su largo caminar por éste valle de lágrimas, nos sorprendió con su presencia en muy contadas ocasiones, pero en el escaso período de gobierno del actual monarca vaticano ya casi iguala las visitas de Juan Pablo II. Y yo como siempre me castigo las meninges y pienso ¿Por qué? ¿Casualidad?
Recientemente estuvo en territorio de la competencia, digo mejor, en el Reino Unido. Estuvo por su bienamada Escocia, en la que existe un fervoroso clamor católico al igual que en Irlanda. Aunque en el caso de Irlanda últimamente bajan las aguas revueltas, por aquello de las menudencias con los casos de abuso a mozalbetes. Pero llegó el santo padre, todo vestido de blanco con su camisa y su canesú, a Inglaterra y se armó. Aquello, por muy buenas maneras que se empleen en las recepciones, es territorio “enemigo” y desde que el rey Enrique tuvo a bien romper lazos con Roma, las gentes no encajan las relaciones con el Vaticano. Se criticó el excesivo gasto invertido en la visita de, al fin y al cabo, el máximo dirigente de una confesión religiosa. Bien es cierto, que en el caso del Vaticano, también es la máxima autoridad de un Estado y eso da otro tinte a las cosas. Tinte blanco, of course. Excesivo gasto se clamaba, por parte de una turba congregada frente al recorrido papal. Eso sucedía en Inglaterra antes de comunicar a las gentes el brutal recorte presupuestario y social que los va a afectar. Imagínense ahora lo que dirían.
Volvemos a nuestra amada patria hispánica. Como decía al inicio, el santo padre retorna a hollar los caminos ibéricos. En el 2006 estuvo en Valencia. Con aquélla visita papal parece ser que se llenaron generosamente algunas alforjas según rezan las crónicas judiciales. No fueron precisamente las de los más “necesitados”. Los más que generosos estipendios que supusieron la visita nadie acierta a aventurarlos, pero la cifra marea y no fue porque había regatas.
El día 6 de noviembre el Santo Padre llega a Santiago de Compostela y al día siguiente marchará sobre Barcelona. En Galicia se han alzado voces contra la visita, argumentando el suntuario gasto que supone en los actuales momentos de recorte y retroceso social. El único que se ha atrevido a dar cifras, esta vez, ha sido el presidente de la Xunta y ha hablado de unos 3 millones de euros. Reta a cualquiera que lo haga más barato a que de un paso al frente. Los catalanes prefieren no hablar de gastos. Dando por bueno el argumento del presidente de la Xunta, de que es lo más barato, las dos visitas del Papa, suponen la nada despreciable cifra de 6 millones de euros.
¿Qué pueden hacerse muchas cosas con eso?, argumentan los más exaltados. ¡Claro! Pero y estrechar la mano de su santidad, besar su anillo, hacerse las fotos y llevarse la bula, eso no tiene precio. ¿Y la publicidad gratuita para las ciudades? Millones de potenciales peregrinos (léase votantes) viendo la tele y aplaudiendo. Tampoco tiene precio. ¿Y los bares y restaurantes de Santiago? ¿Y los que alquilan los balcones? Una próspera y floreciente industria que hay que fomentar, por eso ¡Qué venga el Papa todos los fines de mes! ¡Vamos con flores a porfía!
Aún no acierto a comprender porqué desde una institución pública y por ende, no confesional, se promueve la visita de un dirigente religioso. ¿Es para mejorar la vida espiritual del votante? Loable fin, sin duda. Yo desde aquí, propongo que nos rebajen la contribución del IBI que es de usura y me postraré alabando a quién lo consiga.
La visita, ¿es para promover más beneficio económico a la ciudad? ¿Tan mal está la cosa que hay que gritar a los cuatro vientos que la visita de su santidad supone un beneficio económico? Yo creía que el único beneficio era espiritual y que para ello no hacían falta nada más que cuatro paredes para rezar en silencio. A lo mejor me quedé en primero de catequesis.
Y el Santo Padre para aliñar más el caldo, solicita que las cosas se hagan con sencillez. ¡Santo Padre! ¡La sencillez se mide en miles ó en millones de euros! Alúmbrenos el camino, que estos términos resultan muy confusos para nuestras pobres y humildes molleras.
¡Dios! Supongo que te pedirás el alta para ir de visita a Santiago y a Barcelona para ver a tu ministro en la tierra ¿no? Digo yo que es lo que toca.

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