sábado, 28 de noviembre de 2009

LA EXISTENCIA EN EL MÁS ALLÁ


Los jerarcas episcopales en un momento de íntima donación a la feligresía

A nadie, al menos que yo sepa, se le ha ocurrido volver en piadosa forma celestial desde el más allá, de esa dulce y anhelada jubilación eterna que es el cielo, sea ó no una invención de la mente. Y si nadie vuelve confío en que sea por alguna de éstas dos razones:

1/ Porque no hay nada de nada. Algo juicioso si lo consideramos desde un punto de vista de la experimentación. Lo que no experimentamos no existe. Este principio nos ha permitido avanzar y ser mejores de lo que éramos en los tiempos de la infeliz ignorancia y del garrote. ¿Alguien pone eso en cuestión? ¡Que dé un paso al frente! ¡Ánimo!

2/ Porque ellos existen en ese estado de retiro eterno para el espíritu, pero no quieren importunarnos ni asustarnos. En éste caso nos podemos remitir al primer punto, ya que lo que no experimentamos…pues eso. Además si en cualquier caso vamos a llegar a tan dorado retiro, ¿para qué tantas gaitas espirituales? ¿Duele un latigazo en las espaldas? Si duele somos, si no duele eres un privilegiado/a y aparte te informo para tu pertinaz conocimiento de que no eres. Tampoco yo lo entiendo, así que no te preocupes.

De que nos sirve que “exista” algo que no percibimos, no sentimos, no abrazamos, no besamos, no experimentamos. Lo mismo es un éxtasis con la pareja que un "éxtasis divino", ¡Amos hombre! La palabra existir lleva implícita esa condición ¡qué vamos a hacerle! Pero para algunos/as que exista algo imperceptible sirve para tener una puerta abierta a la esperanza, que no es poca cosa observando la crueldad de algunos aspectos de éste mundo. Es curioso comprobar que todo depende del cristal con que se mire la realidad.

Si la realidad no nos estimula, pues ahí va una buena dosis de positivismo, eso significa ver el lado bueno de los sucesos, aunque te estén cagando encima. ¡Al menos es mejor que formar parte de la caca! Quién no se consuela es porque no quiere, está claro. Esta “virtud” cuando es positivista lleva aparejada la credulidad en una vida espiritual llena de felicidad, de maripositas, unicornios y hadas pequeñitas que se posan en el hombro. Cuando la virtud es negativista, entonces se transforma en una religión organizada y venga a dar con el mazo a la feligresía, en la esperanza de que penando en el Valle de Lágrimas (que inolvidable frase), se conseguirán los ansiados beneficios. Además te capacita para asumir con insólito agrado los reveses del destino, aquello de “Si Dios quiere…”, que tampoco es mala cosa ¡albrícias!

Sin embargo si la realidad es percibida como tal, sin aliños, pues allá que va un realismo que lleva implícitas dosis insufribles de negatividad. Esta “virtud” lleva aparejada ante la vida, una carga de ironía mordaz, sarcasmo destructivo y de análisis permanente que te hace de alguna manera alejarte también de los bellos momentos que te brindan los sucesos, que indudablemente los hay en nuestra existencia.

Ninguno de los dos extremos es aceptable para la persona medianamente inteligente, si entendemos por inteligencia la capacidad de adaptación al medio.
¿Cuál es el término medio? Ahí está el quid de la cuestión. Para mí, básicamente es disponer de un 75% de realismo con un 25% de idealismo. Las cantidades son por supuesto, indicativas. Como una receta de mojo picón, cada uno/a le echa el pique que más le gusta. Eso no significa creer en algo no experimentable. Cuando estamos en un momento de íntima oración (yo los he tenido en otras épocas de mi vida), nos encontramos ante nosotros mismos y sin embargo, eso no nos admira. Tenemos que pensar que hay algo transcendente y lo justificamos de mil maneras absurdas, para no admitir que somos nosotros mismos los que podemos llegar a un estado de tranquilidad, claridad mental y de relajación que nos hacen gran e indudable bien, tanto al cuerpo como a la mente. Esta experimentación mediante la relajación es admitida por la medicina como algo beneficioso para el organismo. ¿Y las visiones? Pues son eso, imágenes como en el sueño nocturno. Vemos una serie de TV, algunos días interesante como un episodio de “Los hombres de Paco” y otros días es mala, mala, mala, como las series de tetonas sudamericanas y hormonados vaqueros de largas crines al viento. No hay nada más. Nuestro cerebro que juega a ser Dios y algunos quieren hacernos vivir en un sueño. Es algo literariamente atractivo, pero sólo a éste nivel.

Un día observamos un hermoso paisaje que nos llena de paz, pero de ahí a inventar a Dios por las maravillas contenidas en ésta sublime bola terrenal, va un trecho. La tierra y el universo nos ofrecen en sí mismos tantas maravillas, que no podemos limitarnos a contemplar con admiración sus rincones y comenzamos a crear otro mundo ilusorio de cabecitas aladas de querubines revoloteando por sus diferentes pisos.

Porque el cielo, según piadosas creencias, tiene ¡Oh maravilla!, pisos ó niveles y de nuevo jerarquías. Algunos estudiosos del tema, (ya les vale) estiman según los diversos estados del éxtasis, que pueden ser hasta siete esferas. Dios en el ático de lujo, debajo los arcángeles, papas y santos/as, debajo los sabios/as que en mundo han sido y grandes benefactores/as de la santa madre iglesia ¡claro!, debajo la plebe (es decir la gran mayoría, achuchados como siempre) y en el sótano los pecadores/as condenados a echar carbón a las calderas, mientras el jefe de éstos pobres diablos maldice al del ático.

Ahora con la física cuántica hay una vasta literatura justificando algo, que de nuevo es indemostrable y que además sólo y exclusivamente sucede a nivel sub-atómico. ¡Qué pertinaces son los argumentarios! Cuando se descubre la verdadera naturaleza de algo y desaparece lo sobrenatural, Dios deja terreno libre. Y en esa incensante búsqueda se recrean los crédulos, siglo tras siglo. Y ¡claro! ahora toca a la física atómica. No somos sub-atómicos, estamos conformados de partículas, pero somos una estructura super compleja y NO suele ser ACELERABLE a velocidad de la luz. Pero cualquier clavo ardiendo es bueno para continuar adaptando a nuestro querido y personal dios a los nuevos tiempos, pues venga ¡al lío!

¿Qué algo debe existir con antelación al Universo? Si atendemos a lo que sabemos ahora y pensando como un ser humano (con nuestra limitada concepción del Universo), pues es evidente que algo debió existir, pero no es el Dios que conocemos, ni nos tiene el ojo puesto encima, ni tiene barbas blancas, ni fue por ahí resucitando, ni era un blanco palomo, ni necesitamos sostener jerarquías que simplemente no reflejan nada más que el resultado de un sueño hecho realidad. Sobre todo para todos/as los/las que viven de forma solaz a cuenta de la feligresía y de los adeptos/as.

Igualmente cualquiera puede crear su dorado retiro "espiritual" en el mundo de J.R.Tolkien y retozar en los campos de Rohan a lomos de un hermoso jaco de crines doradas. También la oportunidad de disfrutar nuestros años espirituales en Aldebarán ó en El bosque de los hermosos y rollizos ositos de El retorno del Jedi. Cada uno tiene la capacidad de inventar el mundo que más le complazca y todos esos mundos, si ponemos empeño en la cosa, podrán hacernos tan felices en proporción directa a la huida de la realidad que nos proporcionen. Sin embargo la bella y a la vez cruda realidad siempre será una y sólo una.

Ese es nuestro campo de batalla, la diaria realidad. ¿Y nuestro mayor enemigo y a la vez aliado? Nosotros mismos. Si somos capaces de conocernos, comprendernos y dominar nuestros miedos y complejos, a decir NO cuando sea preciso, seremos capaces de llegar hasta los límites que nos propongamos, esa es mi experiencia y así la cuento. Liberarnos de pesadas cadenas que arrastramos durante toda la vida y que acaban con nosotros y nosotras, eso sí que es pernicioso. ¿Significa eso vivir sin valores? Rotundamente no. ¿Y los prosélitos de las generosas ONG de la conferencia episcopal se levantaran un día sabiendo que no existe Dios? ¿Dejarían de hacer lo que hacen? Espero que no, porque eso diría poco de ellos/as como seres humanos. Los valores morales existen porque el ser humano necesita al grupo y el amor, lo hacen feliz y sobre todo más humano. Por eso existen grupos de personas que ayudan desinteresadamente y no creen por eso en nada más transcendente que el hacer feliz a otro ser humano. Ama a todos/as como a ti mismo, eso es algo maravilloso.

Sabemos que vivir exige una serie de pagos y al ser consciente de ellos podemos reducirlos al mínimo y así el dominio de nuestro destino se ensancha. Si cedes más espacio a las deudas al sistema reduces proporcionalmente espacio a elegir tu propio camino. ¿Qué tiene consecuencias? ¡Claro! Pero estás en la búsqueda de algo mejor ¿no? Recuerda, la balanza. Lo que te revelo, NO cuesta dinero. No cuesta dinero que te lo diga ni habrás de pagar nada. No te exigiré cuota, ni asistencia a mis pregones dominicales, tampoco que te calientes la cabeza por mi sandeces de pseudo-moralina, ni mucho menos tratar de imponerlas al resto de la sociedad. Porque religión y moral son dos cosas tan diferentes como el agua y el aceite.

Y si nuestros ancestros u otras criaturas están pululando a nuestro alrededor, desde ahora mismo les digo ¡Manifestaos! ¡Venid a mí!...Caramba pues no aparecen. Dios tampoco. Será porque está de baja la criaturita. Dios mío que no está la cosa para bajas, vete a la mutualidad celestial y que te den el alta voluntaria, aunque si el médico eres tú mismo, ¿Es que no tienes números para hoy (*)?...
(*) El tiempo divino es otro, ya sabéis.

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