martes, 10 de noviembre de 2009

DE LA PRIMERA PARIDA, parte I


Corría el año -4000 y pico cuando, según la Cronología Ussher (s.XVII), ve la luz nuestro preciosísimo Valle de Lágrimas. Esta magna, verdadera y única en su género, ley de la creación fue parida no sin denodados esfuerzos por la mente de James Ussher que desempeñaba sus labores como Arzobispo anglicano del Condado de Armagh (actual Irlanda del Norte). El muy añorado y llorado Arzobispo Ussher, mete mano en la cronología de ésta esfera rocosa sobre la que vivimos (como podemos) y en un derroche de inigualable imaginación escribe el trabajo de clase de historia que ha quedado consagrado como la Biblia del tiempo, llamada Annales veteris testamenti, a prima mundi origine deducti (Anales del Viejo Testamento, derivados de los primeros orígenes del mundo). ¡Toma ya! ¡Y en latín, pa que se vea que el hombre entendía de éstos temas!
En éste trabajo, que por fortuna tenemos ya traducido, aporta su granito de arena al siempre largo, sesudo e interminable debate teológico sobre la edad de la Tierra. Ésta fue una gran preocupación para los muchos sabios cristianos a lo largo de los siglos, pero para desventura nuestra, no pasaron a la historia. Estas lumbreras de la humanidad, se devanaban sus humildes entendederas intentando jugar al tetris con los exactos datos biblicos y la realidad tridimensional que nos contiene. Exactos datos, porque los había revelado el mismísimo creador del mundo, y quién mejor que Él para saber lo que había hecho ¿no? Yo desde luego en esa tesitura, no hubiera dudado lo más mínimo. Algunos/as dudaron, pero rápidamente volvieron al redil ante los estímulos lumbares a que fueron sometidos. ¡Ay! Nada mejor que un masaje en los lomos para volver a saber donde está el lugar de cada cuál. ¡Qué hermosura!
Ussher dedujo que el primer día de la creación comenzó el atardecer anterior al domingo del 23 de octubre del año 4004 a. C. del calendario Juliano, cerca del equinoccio de otoño, ¡eso sí! con un ligero e imperceptible grado de precisión de +/- 4.500.000.000 años, aunque esa hoja del estudio se perdió en las opíparas comidas, cenas, recepciones y reuniones de las comisiones episcopales que trataron tan complejo y decisivo asunto para el devenir de la barca de Pedro.
La fecha propuesta por Ussher de 4.004 a. C. difiere poco de las estimadas de Beda (3952 a. C.) o por el contemporáneo de Ussher, Joseph Justus Scaligero (3949 a. C.). La elección específica de Ussher de ese año, pudo haber sido influida por la creencia de aquel entonces de que la vida potencial de la Tierra era de 6000 años (4000 antes del nacimiento de Cristo y 2000 después). Esto tenía su lógica, veamos. La Biblia establecía en seis días la creación y sobre las bases de que "con El Señor un día es como mil años, y mil años como un día" (2 Pedro, 3,8), pues cogen harina, agua y venga ¡a cocer el bollo!. Este preciso dato es luminaria de nuestra fe y de nuestro calendario. Esto lo propuso el buen Arzobispo hace ya IV añorados siglos.
Sin embargo, hoy día hay algunos estudiosos bíblicos, como así también un buen puñado de irreductibles cristianos evangélicos, que profesan su fe en ésta interpretación literal de la biblia y por tanto en que la Tierra tiene 6000 años de edad. Nobleza obliga y las firmes creencias, cimentadas sobre roca tienen la gran virtud de enraizar devotamente en las cabezas de la feligresía cuál fiel garrapata que no te abandona. Recordemos la máxima, a más extra-vagancia, más rocosa es nuestra fe montañera.
Decíamos pues que, tras rigurosos estudios de los Sagrados Textos, una mañana nuestro Dios, el Grande, el Altísimo, el Omnipotente, el Omnipresente, el Omnisciente y otros títulos que se me olvidan… despierta con ánimo enhiesto, con espíritu bizarro, gallardo y audaz y pone manos a la obra a crear el mundo. Existen otras ladinas interpretaciones de la creación, hechas siempre al cobijo de eso llamado ciencia, pero no vienen al caso ya que contravienen mendazmente la divina palabra y por tanto la única y verdadera. Los menos crédulos de entre el rebaño de Cristo se ponen a faltar a la verdad revelada justificando lo simbólico del Génesis (que así se llama la Escritura notarial de obra nueva del mundo) exponiéndose así a la ira y al fuego divino.
Cuando lo que relata, con sin par gracia, el Sagrado Texto interesa a la jerarquía del negocio eclesiástico, entonces las palabras sagradas son ¡verdades como puños! tan reales como piedras de pedernal. Ahora bien cuando lo que cuentan los textos sagrados, chirría como un cojinete sin bolas se echa mano de los santos símbolos. Los símbolos sacan de un aprieto al más pintado, son socorridos como una vacuna de la gripe A y a su cabalgadura se montan sesudas justificaciones que harían palidecer a los siete venerables santos varones que predicaron la fe en Hispania. ¡Cómo que ahora Adán no fue hecho del barro! Exclamarían con los dientes y puños prietos como el increíble Hulk. Menudos son los exe-getas (los que interpretan la verdad revelada en las Sagradas Escrituras) no dejan de calentarse la sesera y tienen una imaginación creativa que ya quisiera para sí J.K. Rowling , la escritora de Harry Potter. Bien es cierto que durante mucho tiempo los dogmas fueron seguidos a rajatabla y para el que se alejaba de la ortodoxia, un buen estiramiento óseo lo devolvía al redil de la única verdad. Eran otros tiempos gloriosos, donde no había que justificar ni razonar (aún no se había creado el sustantivo razón) tantas estupideces. ¡Lo que decía el libro iba a misa! Entonces operaba otro método. Un buen flagelo, una buena peana de madera de pino y ¡cristiana mortificación! ¡Qué bien responde el cuerpo humano ante éste estímulo! ¿La relojería suiza?…¡una poca leche comparada con esto! Con respecto al interesado uso de los símbolos yo digo lo que dicen por aquí (con perdón): ¡Picha dentro ó picha fuera!, no se puede mantener una postura y su contraria. ¿Qué no? La fe mueve montañas y sobre todo las cordilleras que hay dentro de la cabeza.
Acto seguido, Dios crea las criaturas y también a las criaturitas (conforme a D. Manué R.de Lopera el ilustre bético), todas bien moldeadas y sopladas en piadoso barro. Especie a especie, hoja a hoja, grano a grano, insecto a insecto, emprende la agotadora faena nuestro magnánimo Señor para dar compañía al varón. Allá que van todos juntos en cristiana procesión, mosquitos tigre, dinosaurios, tiburones ballena, mamuts, perros chiguaguas, monos titis, escarabajos peloteros, mirlas, palomas mensajeras, la pseudo-prensa del chismorreo y las gallinas cluecas. En el caso de la gallina primero creó al huevo así zanjamos de una puñetera vez el dichoso acertijo. Ahí es nada como debió ponerse el arca de Noé. Prieta como la playa de Benidorm un 15 de Agosto. Me gustaría preguntar a los cuidadores del zoo de Jerez como debió ser aquello, ¡algo único! y todos los bichos sin jaulas, ni rejas, como pacientes de una sala de urgencias de la Seguridad Social. Resumiendo, que primero crea a las bestias del mundo y del universo, porque alguna habría de crear en esos mundos de Dios. No vamos a dejar mal a los ufólogos. ¿Verdad que sí, amigos de la nave del misterio?
Dejó para el final al último bicho, al que iba a crear a su imagen y semejanza. No debió meditarlo bien y persistió en lo de a imagen y semejanza. Coge un cacho de barro, lo mira y remira, lo moldea como un colegial con plastilina. Va sacando rollitos de barro, sonriendo con pueril y divina gracia, mientras se mira al espejo. Salió lo que salió. ¡Ni uno igual! Desde entonces Dios deja de tener una única imagen y esto se convierte en un lupanar. Aunque a decir verdad, nadie lo ha visto nunca, parece ser que sólo el primer humano no nacido de hembra sino directamente de sus preciosísimas manos (parece ser que fue Adán) y cuando abrió los ojos tras el divino soplido exclamó: - ¿Y me haces así directamente al borde de la prejubilación, sin juventud? ¿No puedo tener aunque sea un botelloncito?
Desde entonces suceden las desavenencias y también desde entonces Dios dejó las clases de artesanía, descubrió que no era lo suyo. Aunque como lo sabe todo, va realizando continuas mejoras en el prototipo y Adán le salen parientes hasta de las piedras. Uno de ellos venía de serie con una quijada de burro en la mano, posiblemente un fallo de la cadena de producción. Pero, ¿Dios no lo sabe todo? ¿Por qué venía con quijada en mano? Parece ser que ya estaba Dios de baja. Prosigamos.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Gn.1.27). En éste inolvidable episodio observamos como el Altísimo crea varón y hembra. No sabemos por qué creó a dos ejemplares y no sólo a uno. Se trata sin duda de un designio inescrutable para nuestra mente mortal. Ya debió entonces comprender el altísimo los indudables beneficios para la salud que tiene el sexo entre dos, porque en caso contrario hubiera hecho sólo un ejemplar, digo yo. Pero el auto-sexo nunca ha estado bien visto en el reino celestial ¡Eureka! Por eso hizo a dos, macho y hembra, cordero y cordera, cabra y …bueno a éste lo dejamos aparte. Otras formas de ayuntamiento tampoco estaban bien vistas en el divino cielo y sus ministros terrenales se encargaron sin desfallecer de atizarles las brasas. ¡Ah! ¡Pero era un símbolo! Entonces ya está todo claro. ¡Pelillos a la mar!
Tras haber creado hembra y varón en el capítulo 1 del Génesis, se olvida de ésta creación y hace otra nueva en el capítulo 2. Borrón y cuenta nueva que se dice. En el siguiente capítulo del Génesis crea del ya famoso costillar de Adán a una mujer y se la lleva al hombre. (Gn.2.22) Entonces estrujémonos un poco las neuronas y digamos todos a compás ¿Es que la imagen de Dios es sólo la de un varón? Así ha venido siendo desde tiempos inmemoriales (6000 años recordemos).
La mujer por consiguiente, no es creada del barro, sino de una costilla. Eso sí que tiene mérito. De una costilla sale toda una mujer hecha y derecha, con todos sus atributos. Por tanto ¿hizo el Hacedor a una mujer a su divina imagen ó es el resultado de un costillar graciosamente modificado? ¿No era más fácil hacerla de barro, Dios mío? Complejo enigma que nos churrusca las neuronas desde entonces. Y a los exé-getas ni te cuento. No en vano somos cortos de entendederas como nos decían de pequeños y es que no tenemos alcance. ¡Vaya!
Imaginad el momento, Adán en medio del paraíso. Llega un ser desconocido y Adán pregunta: -¿Qué haces por aquí? ¿Estudias ó trabajas? ¿Tú que eres?. Joé, no sé lo que serás pero te he visto y me has puesto…¡estás de buena!.-
Continuaremos éste hermoso, piadoso y virginal encuentro en la próxima entrega. Que esto tiene jugo para continuar endulzando nuestras cristianas fauces por muchas líneas. Mirad la dilatada imaginación de los teólogos y exégetas lo que ha llegado a producir.
Será porque Dios está de baja y su luminoso faro no alumbra las mentes de los exégetas (que pedazo de oficio). ¡Quillo date ya de alta! Después de 6000 años ya está bien, ¿no?.

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