jueves, 17 de diciembre de 2009

¿POR QUÉ DOBLAN LAS CAMPANAS?

El noticiario vaticano no para de echar humo, blanco por supuesto, ante la avalancha de noticias que les llegan desde su estado-hermano-hispano. Día sí, día no, éstas noticias, se van haciendo más habituales que Ronaldo en los telediarios. Partes en la radio, conversaciones, corrillos y comadreos no dejan de traer y llevar sobre comentarios, dimes y diretes de los delegados y representantes de su Santidad y por divina delegación, de Dios mismo. Y es que Dios, al estar de baja, (tesis que mantiene éste humilde blog), delega y delega hasta que el rebaño marcha ya desperdigado por esos andurriales que el mismo ha creado.

Su misma santidad va lanzando anatemas sobre crucifijos, crucimóviles, genética sanitaria, huevos y cigotos. Sus purpuradas eminencias dale que te dale contra cívicas asignaturas de educación en las aulas. Pareciera que las huestes del Altísimo, del Omnipotente, del Omnisciente, han emprendido una nueva cruzada contra el Maligno encarnado en la figura de ZP y sus muchach@s y de paso contra los que anden menudeando por detrás.
Pero hay un hecho que destaca sobre los demás por su acusada piedad hacia un anónimo desfavorecido. En Jaén, también pagos de nuestro Señor, un vecino aquejado de tímpano débil que vive junto a la catedral, hace años tuvo la ocurrencia, de denunciar el “altísisimo” ruido con que la llamada a maitines, tercias, sextas y nonas hacía el obispo cuando echa las campanas al vuelo. Y vámonos que nos vamos, el caso es que tras muchas instancias, demandas, recursos y aburridas gestiones ante eso que llaman administración de justicia (no la divina, esa sería otra), pues ha ganado y le dan la razón al buen señor. ¿Cómo? Sí, que ha ganado el juicio contra las huestes divinas. Pero, ¿por qué Dios no ha buscado un gabinete jurídico mejor? ¿Es que no tiene donde elegir? ¿Es que no conocía en su suma y eterna sabiduría lo que se iba a sentenciar? Complejas y sesudas cuestiones que como siempre nos abrasan nuestras cortas y limitadas entendederas.
El caso es que lo que no puede la justicia, los cruzados de Cristo van como en Fuenteovejuna, todos a una, y se pasan por el “arco del triunfo” la terrenal sentencia. ¿Por qué? Pues por una buena razón, porque los campanazos son una vetusta y abigarrada tradición ibérica. ¿Y qué son las tradiciones? Pues un rito transmitido de generación en generación. Y digo yo que cuando los paganos creían en el César romano ó en el brujo de la tribu, ó en la piedra hincada, esto es antes de que llegaran los cristianos, habría otras tradiciones como golpear un cencerro ó hacer una hoguera. ¿Y si un romano “hibernado” nos pudiera visitar hoy día? Seguro que diría ¡Coñum y la imagen del César Augusto! ¿Qué no hay matanza de gladiadores, que no hay sangre humana desparramada por el coso? ¡Pos vaya aburrimiento!


¿Y cuando llegó Al-Andalus?, pues en ocho siglos daría lugar a consolidar otras costumbres. Esa es la magia divina en éste florido vergel que es su viña (¡la de Dios, claro!).


Pero ahora la costumbre es la del tañer de campanas, que por cierto escasa repercusión tiene entre la feligresía, que en tan flaco número acude a la audiencia del sermón correspondiente. ¡Pero es que la tradición que mantienen a macha y martillo algun@s feligres@s va en contra de la ley del hombre! ¡Complejo dilema! ¡Dios envíanos sabiduría para desfacer éste nudo de Ariadna! ¡Peregrinaremos fincados de hinojos a Fátima si hace falta!


¡Ni nudo ni gaitas! ¡A escuchar las campanas y no se hable más! A doblar, a doblar, ¡Qué hermoso cuando doblan a difunto! ¡Qué febril infusión de sobrenatural y espiritual alegría nos embriaga, pardiez!


¡Dios deja ya la baja y crea una divina comisión de angelicales asesores para que elijan con más acierto los gabinetes de abogad@s!

No hay comentarios: