sábado, 27 de febrero de 2010

VIDAS QUE SE VAN, VIDAS QUE LLEGAN


Recientemente la muerte ha estado rondándome, ha llegado como llega siempre, a cobrarse vidas. Vidas que se van. Vidas que llegan. La muerte es el fenómeno natural más incomprensible para los seres humanos. Incomprensible precisamente por eso, porque no lo vemos como algo natural. Una persona muy cercana, cuyo compañero ha muerto hace poco me hablaba sollozando sobre como dios había permitido tanto sufrimiento para asestar al final el golpe mortal. Otra persona relevante (por su puesto social) también fallece de sopetón, cuando llenaba con su luz los cuartos oscuros de ésta sociedad decadente (otro día explicaré porqué). Muchos y muchas lo lloran y se preguntan porqué dios permite que se vayan las mejores personas. Ciertamente es incomprensible e inhumano.

Si ese dios bíblico desapareciera de nuestras vidas, no tendríamos que hacernos el cruel planteamiento de cómo puede permitir que suceda la muerte de un ser querido. Al hecho doloroso de la desaparición, se une además la cruel tortura de preguntarnos porqué un ser incomprensible no lo ha impedido. Además quieren mantenernos enganchados con que nuestros parientes continúan viviendo en un mundo etéreo en forma imaginaria según quién lo imagine. Lo de que viven en otras dimensiones es de nota, lo confieso. Lo considero cruel hasta unos límites insoportables. ¿Cuándo nos sentimos más tranquilos, cuando nos mienten ó cuando nos dicen la verdad por muy dura que nos parezca? La respuesta es simple, sucede la muerte porque existen causas naturales como accidentes, enfermedades y otras menos naturales como la crueldad y la injusticia de los seres humanos. Si el dios bíblico desaparece no tendríamos necesidad de buscar explicaciones en él. Recordemos que no lo podemos escuchar, ni ver salvo en momentos de bendita y divina alucinación (mejor no hablar de los medios).

Creo que el renacimiento de la humanidad se producirá cuando desechemos el absurdo de la idea del dios bíblico y nos pongamos frente al espejo para ver lo que hay delante, sólo seres imperfectos pero dotados de la humana capacidad de amar, de crear, de pensar individualmente y como colectivo en lo más beneficioso para todos y todas (aunque a veces parezca lo contrario).
El renacimiento de la humanidad traerá la sinceridad al menos en éste aspecto, que no es poco. Saldremos de la edad de la infancia, de la ignorancia, del dulce engaño de “santa claus y los reyes magos” para adentrarnos en la verdad de quién trae los regalos de navidad. Podremos dar el justo valor a que hemos progresado gracias a grandes seres humanos que han creído y han dado su vida por el amor, la paz, la justicia y la convivencia. Esa será la humanidad que podrá alcanzar la auténtica verdad de descubrir al único dios que existe en el mundo, el ser humano que descubre el amor sin rencores y sin reglas para otros seres humanos. Ese ser se eleva sobre el resto, para volar sin las ataduras del mundo que conocemos. Podemos comenzar hoy mismo a construir ese futuro. Sitúate en posición de relax, retira de tu mente y de tu ojos el velo que te impide ver las cosas como son y repite cada día al levantarte “El mundo me ofrece lo mejor que tiene”, una nuevo propósito para un nuevo mundo.

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