martes, 8 de septiembre de 2009

¿ATEO? ¡POR DIOS!

Mantengo a veces encendidos debates sobre la falsísima acusación de mi reciente ateidad y de si mis anteriores costrumbres y mi crianza hacen de éste un contumaz argumento. También me informan de que si habitara en un país de inquebrantables costumbres religiosas no diría lo que digo y como lo digo. Es cierto, lo confieso. Ante todo amo mi tiempo y mis aditamentos corporables de los que tanto disfruto y me enorgullezco. No podría decir lo mismo si viviera en la España de 1940-1974 ó si viviera en la España del Santo Oficio. A éstas horas estaría holgazaneando sujeto a un estricto régimen (en su afección alimenticia) en un patio entre rejas ó colgado en una cabina individual también entre rejas, adornando la cámara de torturas del inquisidor de turno. Pero que le vamos a hacer, Dios quiere que estos sean otros tiempos, y si Él lo quiere pues por algo será. Debeis saber hermanos en Cristo que Él es infalible, omnímodo y todopoderoso y si me quiere osado y lenguaraz, vaya ud a saber porqué. Yo humildemente me pliego a sus insondables designios y cumplo su voluntad como lo haces tú hermano ó hermana, con la misma venerable disposición. Por tanto en sentido literal de la palabra, pues no soy ateo ¡ea!, es más, cumplo con abnegación su santa voluntad. Siguiendo con el argumentario diríase que yo disfruto horadando los bien posados cimientos de la cristiandad. No tema Ud lo más mínimo señora cristiandad que no soy enemigo para vuestra merced, sino todo lo contrario, es más cumplo con diligencia la voluntad del Padre, que es hacer justamente lo que hago. ¿Qué cómo lo sé? Pues como va a ser, pues por ciencia infusa, como los más insignes místicos y visionarios de la verdadera fe que llegaron a ser lo que son, auténticas luminarias y luciérnagas para tantos humildes católicos y católicas. ¿Qué yo no soy un místico? Efectivamente, aún no he flotado ó levitado sobre la cama, pero estoy en ello, sean pacientes y veran como ¡oh divino mirácolo! lo consigo a golpe de sacrificios, ayunos y abstinencias. Si estuviera en país regido por otra religión monoteísta, pues los politeistas a decir verdad son algo más livianos en sus cargas doctrinales, estaría sojuzgado por lenguas trífidas y sometido al mensaje único de la conferencia episcopal de turno. Debería creer en cada epístola dominical como si fueran una verdad inquebrantable, pues si no, ¿qué clase de fiel sería? ¿Acomodado en lo que me place y también en lo que me displace? En fin no empecemos con los sudokus teologales que luego pasa lo que pasa. A lo mejor sería lenguaraz en la medida en que pudiese serlo, quién sabe. Yo siempre aceptaría los designios del Altísimo con humilde y sincera contricción, de Él que por disfrutar de tan alto promontorio puede ver con más claridad en el corazón de todas sus ovejas, incluso de las más descarriadas. Si acaso me azotara con el temible “castiguito del niño Jesús” ó en su versión más severa “castigo de Dios” y me cayera con todo el equipo acabando todo reventado por esos huertos de su propiedad (adquiridos humanamente a golpe de monedas de plata, fruto de la traición más deleznable) pues tendría que fincar de hinojos en su divina presencia y manifestar mi más sincera disculpa por haberle faltado, no sin rogarle que me explicase como hace eso de ser ubicuo. Pero si hasta ahora el Sumo Hacedor en su inmensa bondad no lo ha querido así, pues viva Dios y la madre que lo parió, ¡vaya pantano en el que me estoy metiendo!. Y es que algunos contertulios no admiten que no sea ateo y aunque me esmero en demostrarles todo lo contrario, no lo consigo. Me salen con que si la santa madre iglesia no hiciera esto ó aquello, que sería del mundo. Es verdad que sería de nosotros, ni me lo imagino. Esto sería un caos ingobernable, con cientos, ¡que digo! millones de pobres, hambrientos y desconsolados que clamarían por justicia, guerras, horrores y al final el infierno ¡fíjate tú!. Pero en buena hora el Padre nos concedió una amantísima madre como ella, que tanto vela por nuestra salvación y consuelo en éste valle de lágrimas. ¿Pero no quedamos en que si estaba la santa madre iglesia, esto sería un florido vergel de incontables gracias y dones? Me consuela que hasta el mismo Dios en su versión más humana, tampoco consiguió convencer a sus coetáneos (con todo el empeño que le puso), ni mucho menos a todos los que vinieron detrás y aunque siempre hubo tiempos mejores, anda todo el rebaño desperdigado por valles, montes, playas y remontes perdido en los placeres mundanos. Su mano en la tierra tampoco consigue del negocio el margen diferencial requerido por tan inmensa inversión. Debe ser que el Patrón de la barca se ha cogido una bajita y ha dejado de atender el negocio.

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