domingo, 28 de marzo de 2010

DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ...

Dejad que los niños se acerquen a mí. Esta frase evangélica tan conocida, dicha hoy está cargada de doble sentido. Pero como decía aquél, “¡Pues yo no he sido!”. En éste asunto, y ya intuiréis lo que tenemos entre manos, hay que andar con pies de plomo, es algo serio, lo más serio de lo que he escrito, pero no por ello dejar de ser claro y contundente. En definitiva, también lo dijo el mesías en el famoso pasaje juanoevangelista, la verdad os hará libres. Y el doble sentido lo han motivado los actos de unos y las actitudes de otros. Unos por dejarse llevar por lo de la carne es débil y otros por lo de “mejor no meneallo”. Y es que los jerarcas de color violado han ocultado la verdad sobre una realidad que ha teñido de color rojo, las supuestamente claras aguas en las que lozanos ministros del altísimo trinaban, gorgojeaban y aleteaban jubilosos cuál ruiseñores en primavera. Y yo pregunto ¿Dónde andabas entonces altísimo, como cegato entre ellos? No es la primera vez que recomendamos sinceramente a dios que busque un buen oculista, porque el de ahora no tiene su vista bien graduada ¡oye! Le hace falta un buen oculista para ver a los delincuentes enfermos sexuales y a los jerarcas que hicieron la vista gorda. Vamos a ver dios mío, entonces ¿esa es también tu iglesia? ó ¿es la otra? Ilumíname por caridad, que no me aclaro ¡oye!

Nefando es acabar prostituyendo una idea tan hermosa como la de dejar que los niños se acerquen a mí, pero peor es ocultarlo para dejarlo “correr”. Me pregunto ¿dónde está el problema? Pues yo modestamente creo que el problema está en ocultar lo que no es más que una verdad a voces: que la venerable institución no es más que un esmerado y complejo negocio terrenal, muy bien edulcorado, es cierto, pero totalmente mundano y terrenal. Por ello y para que el rebaño no se entere de la cruda verdad, lo mejor es hacer como hacía el mayordomo flojo pero con intachable reputación, barrer y esconder la suciedad bajo la alfombra. Triste pero cierto como la vida misma. ¿Las consecuencias? Cientos y quizás miles de vidas que comenzaban, fueron sacudidas, doblegadas, salvajemente domesticadas para ocultar los vicios y la enfermedad mental provocada por una escala de valores enfermiza y castradora. Castradora en lo sexual, castradora en la aceptación de la mujer tal y como es, libre y con sus propias necesidades, castradora hacia la homosexualidad (la variante enfermiza de “su” concepción de la sexualidad), castradora en definitiva de la propia libertad y crecimiento mental. Pobres los seres que han entregado su vida por ésta causa. La verdad es que dan pena, una gran pena. Tuvieron en sus manos la belleza del mundo y la arrojaron por la borda de la nave de la vida, como un pañuelo usado.
Hemos conocido de casos de abusos a menores en Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia y en la joya de la corona católica, en Irlanda. Pero ¿Qué pasa en nuestra querida España? Escasos casos en Madrid, que la salud ha costado a los denunciantes porque según la iglesia y sus miles de acólitos eran absolutas infamias. Ya no son infamias, ¡vaya! Tuvo que venir la justicia humana a enmendarle la plana a la justicia divina, lo que son las cosas. Como dijimos en otra ocasión, ¡dios, cambia de bufete de abogados! Cuando comiencen a salir en España, la realidad nos va a pillar tan cerca que no la vamos ni a creer. Cuando se estrenó la película de Almodóvar “La mala educación”, lo pusieron a caldo los sectores ultramontanos. Sin duda era un claro síntoma de que la cosa escocía y ni con polvos de talco tenía consuelo ¡oiga! De todas formas ya se verá, pero creo que va a ser una catarsis, necesaria por otra parte. Allí en Irlanda, no acaban de creerse la verdadera magnitud del problema, tanto que el Gobierno de la República otrora doliente de las indemnizaciones por éstos casos, ha terminado por claudicar; la cosa se le escapa de las manos.
En EEUU, a la iglesia católica le ha costado y le cuesta una millonada de dólares mantener las indemnizaciones por casos de abusos sexuales a menores, tanto que han tenido que comenzar a vender todos “los trastos” que tenían. Trastos que no eran pocos por otra parte. Ya se sabe, la multiplicación de los talentos nunca descansa ¡oye!


Sin duda el venerable papa actual, Ratzinger Z, tendrá entre sus mejores recuerdos al incombustible Marcial Maciel y a sus legionarios de cristo. Retaguardia del para-catolicismo y de la “más humilde” concepción del mensaje divino. El papa vigente, como siempre ha estado entre las bambalinas del Vaticano, no se le ha escapado ni un detalle de lo que pasó con Marcial. Entonces el papa Juan Pablo II lo mantuvo en los altares, cuál santo en vida. Pero mira por dónde, el infundio y la tropelía de que el cuasi-santo sacerdote había sido padre de un buen puñado de hijos y de que había abusado de tiernos infantes, era verdad. ¿Verdad? ¡Sí! ¿Él? ¡Sí! ¡No puede ser cierto! ¡Pues sí! El entonces Papa en muestra de su magnánima conmiseración, lo jubila generosamente en Méjico y pelillos a la mar. Traslado de parroquia, como siempre, amén. Ahora invoca el actual Papa otro famoso pasaje evangélico (corresponda ó no traerlo, eso es lo de menos) “Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra” y luego se escandaliza por lo sucedido durante tantos años. Como siempre la iglesia en sus trece, nadar y guardar la ropa. Mire su santidad, en confianza, ¡Ahora que te den morcilla, quillo! ¡Ya no vale! Ahora te has visto obligado por las incuestionables verdades que hay tras los casos de abuso sexual a niños. No hay sincero arrepentimiento, para eso tendrías que haber sacado a la luz los casos y haber sido denunciados por la propia institución. Pero no es el caso, ni de lejos. Por cierto que últimamente también los propios legionarios de Cristo han pedido perdón por los actos de su fundador. Sirva el razonamiento anterior, pero tras saber que su fundador era un abusador de menores, los legionarios ¿Se licenciarán ahora ó continuarán con el servicio militar? ¿Desfilarán con paso marcial ó romperán filas? Un enigma.



Pero ¿Por qué a los niños? ¿Por qué no ir al prostíbulo? ó ¿Beneficiarse a alguna cristiana en el confesionario? Pues porque uno de los puntos fuertes para extender y mantener a la iglesia son los colegios. Ese es el reducto que los mantiene aún vivos. En otros tiempos, no muy lejanos, además había niños huérfanos, de madres solteras, pobres que no tenían más remedio que permanecer internos y agradecidos en colegios de la institución en sus múltiples variantes. No tenían escapatoria. Bien es cierto que no sucedía a todos. Son muchos los llamados y sólo unos pocos los escogidos. Luego vino la etapa aperturista y tuvieron que optar por otros métodos más refinados. Pero el imaginario popular está colmado de historias de feligresas y feligreses que han terminado entre sábanas con el consejero espiritual ó cura. En éste caso la cura que proporcionaba era de la de los ardores, efluvios y flamas del cristiano/a, para evitar su condenación eterna. ¡También es una cura espiritual, caramba! ¡Debería estar entre los cometidos del sacerdocio varonil y célibe! Además ir a las casas de lenocinio no está bien visto por la feligresía, no en vano la sagradas escrituras las ponen a caer de un burro. Ahora es mejor ofrecer los servicios a través de internet, haciendo poses musculosas, poses de encojebarrigasacapecho y apolíneos posados como el cura de Toledo, exhibiendo los portentosos dones con que el altísimo ha dotado al sacerdote. Se toma prestado un poco de “pasta” del cepillo de las hermandades y ¡Hála a jugaaaaar! A lo mejor se trata de una nueva manera de captar fieles ¡Quién sabe! Una nueva manera de captar vocaciones ó una veta de conversiones de infieles. ¡Los caminos del señor son insondables!...tanto como los orificios del señor párroco.


Es un asunto espinoso pero había que traerlo aquí, comprendedlo. Y ¡sí!, esta vez me ha salido más largo el sermón, que le vamos a hacer ¡puñetas!
¡Dios abandona ya el letargo invernal, qué estamos en primavera!

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