lunes, 17 de agosto de 2009

Los crucifijos de las clases

No creo siceramente que exista ninguna razón que siga permitiendo la existencia del símbolo de un hombre crucificado en las clases de la enseñanza pública. Un símbolo de la muerte no debe presidir el lugar donde niños y niñas deben estar cada día de 5 a más horas, pero puestos a poner algo sería mejor que presidiera una sonrisa, una imagen de felicidad, de amor ó de alegría. Pero como el ser humano es por naturaleza poco dado a los acuerdos sería mejor, en definitiva, que no hubiera nada. La escuela pública como parte del Estado que todos compartimos debe y es aconfesional. La fe y la creencia religiosa forman parte de la intimidad de la persona, puesto que tan derecho tienen las confesiones como las aconfesiones a formar parte del relicario de imágenes de un aula. Eso es algo que debe enseñarse desde la infancia y si la religión en cuestión tiene la suficiente fuerza en su mensaje, no tiene porqué temer que dichas imágenes queden fuera de la iconografía del aula. Con ello estamos dando pasos adelante que ya debieran estar, por otra parte, más que superados en éste país y no generar polémica alguna.

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