miércoles, 19 de agosto de 2009

La Creación del Mundo

Y al tercer día un ser humano creó a Dios, a sus cohortes celestiales, a todo lo divino y después descansó. Tras un largo debate consigo mismo sobre como hacer de todo aquéllo algo útil y que resistiera los embites de lo que no se entendía de la vida, decidió que todos deberían creer en Dios. Pero había mucha tarea para acometer y no podía sólo. Llegaron entonces los reclutamientos, cuarteles, jerarquías y demás, pues bien se sabe que toda estructura de seres humanos necesita un pastor que las guíe. Lejos quedaron los que no estaban de acuerdo pero por obra y gracia del destino sus cabezas dejaron de albergar tan infames ideas. ¿Y quién inspiraba tan nefandos e impuros pensamientos que osaban provocar a Dios? No podía ser otro que un angel que decidió abandonar la vida de placer y gracia eterna por una de ardientes flamas eternas. Este no es otro que el diablo. Al lado de la diabólica maldad fue a parar todo aquéllo que no era aprobado por los que detentaban el poder omnímodo, omnipresente procedente del omnisciente. Dios no yerra y por tanto yo (sumo entre los sumos) que soy su imagen terrenal, pues ya que estamos, tampoco yerro. Aplicando hierros candentes toda voluntad se tuerce y vuelve a la rectitud, así que hierro a hierro todos y todas fueron entrando al redil de la verdadera fe. Rebaño que se deja llevar, entra rápido al redil. Esa es (entre otras muchas) una de las bases de nuestra actual sociedad. Pero ahora vivimos (de nuevo) tiempos oscuros, donde el maligno vuelve a imperar por doquier y donde la fe no debe abandonar el suelo bien ganado. Por tanto de tanto en tanto nuevas cruzadas se convocan para refrenar el empuje de las hordas laicistas que promueven que la fe es cosa de cada uno. Decididamente es mejor dejarse abandonar en brazos de Dios que vivir sin El, eso siempre dá más seguridad. Aquél famoso aforismo "Si Dios quiere" lo deja bien claro. Pero como decían los cruzados (enviados papales) en Breziers cuando a delicado mandoble de espadazo sojuzgaban a las más reticentes voluntades cátaras, !Matadlos a todos que Dios eligirá a los suyos!. Impepinable que así no podían equivocarse, si alguno ó alguna quedaba con vida, debía ser necesariamente por la intercesión divina porque el cruzado ponía toda su voluntad en que así fuera. Ahora sin embargo Dios se ha dado de baja, decididamente sí. Ha pedido una baja por estrés ó depresión y se encuentra retirado del mundanal ruido, será por eso que su mano ha dejado de notarse en el mundo.

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